Héctor de Mauleón
Apenas el pasado 16 de febrero, el periodista Jaime Barrera recordó en su columna del periódico El Informador los violentos bloqueos que el crimen organizado desató en Guadalajara en 2012 y 2015 para impedir la captura del líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho.
“Fue un sábado de terror y de agresión directa a la ciudadanía cuando, después del secuestro de 36 unidades del transporte público y autos particulares, se padecieron 23 narcobloqueos en calles y carreteras del estado”, escribió el periodista sobre los hechos ocurridos en agosto de 2012.
“Ya en la administración del presidente priista Enrique Peña Nieto, volvió a ocurrir otra jornada violenta, corregida y aumentada, en otro intento de detención del líder del CNG”, apuntó Barrera, sobre el infierno que en mayo de 2015, mediante el incendio de bancos, gasolineras y todo tipo de vehículos, cayó sobre Jalisco, Colima, Guanajuato y Aguascalientes.
Barrera recordó en su columna que a partir de estos acontecimientos El Mencho se convirtió en objetivo prioritario del gobierno federal.
Escribió entonces las líneas que, según fuentes del estado vinculadas a la investigación, pudieron provocar que la tarde de este lunes fuera privado de la libertad al salir de su programa radiofónico.
Barrera relató en esa columna, a la que colocó un título impactante (“EU lo persigue; en Autlán lo consienten”) que desde aquellos acontecimientos El Mencho, conocido también como El Señor de los Gallos, no había hecho sino aumentar su poder.
El periodista asentó que en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, sin embargo, la captura de este capo no parecía ser ya un asunto prioritario, “al grado que el domingo pasado en pleno Carnaval de Autlán, en medio de la corrida de toros que encabezó el matador Arturo Saldívar, el líder del CJNG fue objeto de distinciones con un vistoso y colorido arreglo sobre la arena del ruedo en una plaza pletórica donde se leía: ‘Señor de los Gallos. Todo lo que desees para mí, Dios te lo multiplicará. Bendiciones’”.
Jaime Barrera Rodríguez, uno de los periodistas más relevantes de Jalisco, figura estelar en radio y televisión, llevaba varios meses denunciando la violencia con que el crimen organizado está ahogando la vida en Jalisco.
Hace apenas unos días reseñó la emboscada que decenas de sicarios tendieron a policías municipales en Huejúcar y Santa María de los Ángeles, y en la que dos elementos perdieron la vida: Barrera se preguntó por qué esa “noche roja” la policía del estado, sin justificación alguna, retrasó su llegada al lugar, y recordó que también en noviembre pasado, durante el operativo que llevó a cabo el Ejército para detener en Tapalpa al CR, jefe regional del Cártel Jalisco, la policía estatal había tardado en llegar una hora y media.
En una de sus últimas colaboraciones, Barrera reclamó al presidente López Obrador la enjundia con que ataca a sus opositores políticos “y a todo aquello que le represente un contrapeso”, aunque “nunca ha dirigido esa beligerancia contra los grupos del crimen organizado que tienen incendiadas cada vez más regiones del país”.
“Los embates presidenciales —escribió— son contra los opositores y los contrapesos; para la delincuencia, una tolerancia que raya en el incumplimiento de la ley al no detener, sino esquivar a los generadores de violencia, que se le empieza a achacar también como complicidad criminal”.
El 11 de marzo, el periodista, de 56 años de edad, conductor en Televisa Guadalajara y en el Canal 44, salió de la estación de radio para ir a preparar en la televisora su noticiario nocturno. Dejó en la oficina su computadora. Había dejado en su casa su celular. Testigos, cuyo testimonio fue recogido tras una llamada al 911, afirman que vieron un forcejo y que entre cuatro o cinco hombres subían a alguien a un vehículo.
Los agresores metieron a Barrera en un SUV y otro más abordó la Fiat Fastback de color gris del periodista. Eran las 14:05 horas. Cámaras del C5 siguieron los movimientos del Fiat en un viaje de 21 minutos. La camioneta fue hallada más tarde en la Unidad Fovissste de Zapopan.
“No te metas ahí”, dicen que le habían dicho al periodista varios colegas. Con valentía, decidió seguir denunciando el horror que sacude Jalisco.
Al día siguiente de su desaparición, el presidente volvió a agredir y a criticar y a arremeter contra la prensa. Y como había escrito Barrera, no dirigió ni por un segundo “su beligerancia contra los grupos del crimen organizado”.
En el clima rabioso de hostilidad que se genera desde el micrófono más poderoso del país, Barrera fue privado de la libertad a plena luz del día. Uno de sus agresores llevaba un arma larga, según los testigos. No hubo nada ni nadie que lo impidiera.
Colegas del comunicador se reunieron ayer en la Plaza Liberación para exigir que apareciera con vida.
No se puede sino exigir que aparezca, y que en los contados días que le quedan en el cargo el presidente deje de “esquivar a los generadores de violencia”.