Durante el mes pasado fue noticia mundial la llegada de la sonda Perseverence (“Percy” para los amigos) enviada por la NASA a Marte y de igual manera lo hicieron (sin tanto circo mediático) los Emiratos Árabes Unidos y China, esto es, las grandes potencias y capitales del mundo están sumando esfuerzos para lograr descifrar el misterioso planeta ubicado en la cuarta posición respecto del sol, con miras a un futuro esperanzador en el que se pueda descifrar si el planeta rojo alojó vida en el pasado y sobre las posibilidades de poblarlo en los años venideros. Es este un futuro tan esperanzador como terrorífico y para aquellos fanáticos de Ray Bradbury es inevitable la referencia a sus Crónicas Marcianas.
El libro del afamado escritor estadounidense (publicado en 1950), narra a manera de cuentos breves independientes entre sí (carece de una linea argumental fija, pero todas las historias están unidas por la referencia contextual y temporal) la llegada de los primeros humanos a Marte, así como la eventual colonización del planeta. En las historias abundan descripciones cargadas de poesía y metáforas sobre el planeta rojo y sus habitantes (así es, en el libro aparecen marcianos como personajes, disculpen el adelanto si es que aún no leen el libro), envueltos en la cosmovisión de la sociedad norteamericana de la época, tratando temas como el impulso autodestructivo de la humanidad, la guerra, la soledad, la muerte, mientras va describiendo lentamente el proceso de abandono terrestre.
Si bien aún nos encontramos a distancia de una posible colonización del planeta rojo, los esfuerzos realizados por las grandes naciones capitalistas para acortar rápidamente la brecha son considerables e invierten enormes capitales en ello, mismos que podrían ayudar para hacer un poco mejor la vida en este planeta, sin embargo esa lógica parece va contra la naturaleza humana. Nuestra especie es autodestructiva y para comprobarlo ha creado el dinero, pues por él nos matamos. A lo largo de la vida como especie en este diminuto planeta, la humanidad se ha encargado de quebrar el equilibro natural existente, destrozando al mundo para poder vivir en él, somos la única especie en el planeta que hace eso y ahora que estamos a punto de llegar al día zero del agua, preferimos buscar otro lugar para habitar en el sistema solar en lugar de enmendarnos con el planeta. Así de ingrata suele ser la humanidad, pero eso también nos lo narra Bradbury en sus cuentos.
Crónicas marcianas está compuesto por 26 cuentos en una linea del tiempo que ocurre entre enero de 1999 y octubre de 2026 (la edición en inglés de 1997 traslada las fechas 31 años en el futuro, entre 2030 y 2057), y aunque hace muchas referencias al estilo de vida e historia estadounidense (traumas históricos, costumbres y un gran miedo de la era nuclear), la “gran historia” narrada va más allá de un simple sentimiento nacionalista pues los personajes reflejan la pequeñez de la humanidad, como especie total, ante la naturaleza y el universo mientras el escritor hace los primeros bosquejos de lo que él piensa que sería una humanidad marciana, a la cual poco a poco nos acercamos, mientras tanto seguiremos esperando las maravillosas imágenes enviadas por Percy y los resultados de las próximas expediciones.